Iuris Marketing. Herramientas: ¿Para qué sirve (de verdad) un abogado?

Written by miguelthepooh

24 de noviembre de 2015

Iuris Marketing. Herramientas: ¿Para qué sirve (de verdad) un abogado?

Que los abogados somos una pieza del sistema jurídico en cuyo ámbito nos movemos puede parecer obvio. Pero deja de ser tan obvio al comprobar que se nos circunscribe (y nos circunscribimos, quizá inconscientemente) a los procedimientos judiciales:

Letrados = Togados

mas papeles, el efecto abogadoAhora bien: Cuando tienes la mente en “modo marketing” una de las cosas a las que tiendes es a llevar a cabo múltiples investigaciones. De mercado, básicamente. Más cuando pretendes iniciar tu actividad y necesitas clientes; Además sabes de antemano que, por tu formación y experiencia, cualquier persona física o jurídica podría serlo en algún aspecto. Como el target infinito es un problema la solución es delimitar tu público objetivo.

Y empiezas con tu círculo más cercano a comunicar tu nueva actividad. Resulta altamente significativa la primera reacción de los prospectos. No de uno, ni de dos, sino de la práctica totalidad de los contactados que no tienen ya su abogado: “¡Qué bien! Pero espero no tener que recurrir nunca a ti, porque significará que no tengo problemas”.

Mi respuesta siempre ha sido la misma: “Mejor que vengas a consultarme ANTES de tener algún problema, que la solución después, si la hay, es mucho más dura. Puedo ayudarte a evitarlos si me dejas”.

Se comprueba fácilmente que el asesoramiento preventivo no se percibe como la importante necesidad que es. Ni la planificación. Y mucho menos como una tarea profesional que merezca remuneración. Con dinero, a ser posible.

Ni siquiera en algo tan básico e importante como es redactar o firmar un contrato. Firmar es fácil.
Luego llegan pleitos y la parte de “es que no lo leí”. ”No lo entendí”.” Lo bajé de internet”. ”Lo hizo mi (pariente, amigo o similar) que de esto sabe mucho”…

minuta de abogado y asesoria juridicaY al final, la minuta; Aun existiendo una hoja de prestación de servicios aceptada siempre es caro: “Pero si son tres papeles”; “Cómo vas a cobrar por redactar un escrito”…

Hoy en día este problema lo tiene todo prestador de servicios que no ofrezca reparaciones, instalaciones o productos tangibles con resultados inmediatos.

Parece que no se entiende que en los procedimientos jurídicos hay implicadas muchas más personas además del abogado; que se puede dilatar la solución en el tiempo, incluso años; que no siempre “se gana”; que existen unos gastos, unos costes, inversiones que hay que pagar: No podemos vivir del aire; que se requiere un tiempo de estudio, de mucho esfuerzo y trabajo detrás de esas cosas “que hace cualquiera”, más existiendo buscadores, foros y tutoriales a un simple click.

Entonces es cuando surge la pregunta: Si hay tantas alternativas y es tan fácil, ¿Para qué sirve (de verdad) un abogado?

Una de las herramientas de las que se sirve el Iuris Marketing para encontrar respuestas que faciliten la toma de decisiones es el análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas, Oportunidades). Conocido también por sus siglas en Inglés (SWOT: Strengths, Weaknesses, Opportunities, Threats) es una matriz que recoge los factores internos, controlables (Debilidades y fortalezas del sujeto analizado) y los externos, no controlables (Amenazas y oportunidades del mercado que le afectan en distinta medida).

Aunque este tipo de análisis será objeto de otro artículo, detallado, más adelante, de momento nos sirve como referencia de base.

Simplificando:

Características de los “mercados jurídicos” (diferentes ámbitos normativos con procedimientos propios, extrajudiciales y judiciales), de donde se deducen las amenazas y oportunidades:

  • Alta atomización
  • Diversificación
  • Producción normativa constante con múltiples fuentes de generación en distintos niveles, lo que produce hipertrofia e inconsistencias del sistema.
  • Alta competitividad.
  • Altos niveles de intrusismo derivados de la sumisión a normas específicas en determinados sectores.
  • Corporativismo
  • Lenguaje técnico particular
  • Alto grado de formalismo
  • Alto grado de burocratización
  • Regímenes de incompatibilidades y limitaciones de actividad.
  • Exigencia legal de operadores jurídicos en determinados ámbitos y procedimientos.
  • Altos costes (en tiempo más que en dinero).
  • Altos beneficios en servicio al bien común.

Características del servicio prestado por el abogado, de donde se deducen las fortalezas y debilidades:

  • Naturaleza: Servicio público (Justicia) mediante asistencias individuales. Remunerado por el cliente salvo en los casos que cumplan las condiciones por las que se tiene derecho a justicia gratuita, compensados por el Ministerio de Justicia total o parcialmente, dependiendo de los resultados del procedimiento que sea.
  • Objeto: Intangible y trascendente (Defensa de bienes y derechos con repercusión patrimonial, económica y social)
  • Sujeto: Dado que se requiere habilitación para ejercer (Licenciado en Derecho, adscrito a un colegio profesional: Pago de cuotas colegiales y de previsión social, sometimiento a normas específicas y referencias en materia de minutación, etc.) las características habrán de ser:
  • Dominio del Derecho, constancia en el estudio y actualización de conocimientos, sentido de justicia, empatía, independencia, con capacidades de observación, análisis, memoria, negociación, expresión (oral y escrita) y generar confianza puesto que sus funciones (en juicio o fuera de él) son las de Informar, asesorar, representar, intermediar, defender, prevenir y solucionar.
  • Las tareas consisten, básicamente, en redactar escritos, rellenar formularios, custodiar documentación, personarse en juicio o distintas instancias administrativas, atender a los clientes, recabar y en definitiva, administrar la información necesaria para el correcto desarrollo de cada caso.
  • Objetivos: Dar respuesta jurídica a problemas jurídicos. Convencer. Minimizar riesgos. Obtener beneficios no solo monetarios, sino (y sobre todo) sociales.
  • Herramientas necesarias: Todas las que permitan recoger, almacenar, generar, documentar y contrastar información de la manera más eficaz y eficiente posible:
  • Legales, en cuanto soporte de las leyes, herramienta principal: Códigos, mementos, compilaciones, artículos doctrinales.
  • Informáticas: Hardware y programas adecuados; bases de datos de legislación y jurisprudencia; Tramitación electrónica; Redes sociales.
  • De Marketing: Las adecuadas a cada tipo de despacho o bufete, sean de planificación estratégica, de gestión (información financiera, fiscal, contable, métricas de publicidad, calidad, reclamaciones) o de comunicación (procedimientos internos, SSIM, protocolos de actuación, manuales de estilo y de imagen corporativa, publicidad, RRSS, servicio postventa, atención al cliente, colaboraciones y sinergias).

Conclusiones:

A diferencia de otros operadores jurídicos (jueces, fiscales, procuradores, notarios, registradores y otro personal de la Administración sea o no de Justicia) el abogado tiene encomendada la función de defensa.

No juzga a los clientes ni los asuntos pese a que debe emitir una opinión profesional, desde su leal saber y entender, atendiendo tanto a la Ley como a la realidad de los hechos.

Y la realidad es que, en un altísimo porcentaje de los casos, se podrían haber evitado los problemas con una consulta previa. No solo el problema objetivo de la apertura de un procedimiento; también el problema subjetivo de horas de angustia, desesperación y pérdida de sueño ante la incertidumbre e ignorancia de las consecuencias reales que puede acarrear ese suceso, normalmente avivadas por entornos no profesionales.

Para eso sirve un abogado: Para explicar la situación. Dar seguridad. Tranquilizar. Facilitar la información legal que permita despejar dudas y pasar a la acción o reaccionar adecuadamente aunque no haya nada que, legalmente, se pueda hacer para revertir esa situación. Colaborar en la prevención y solución de problemas jurídicos de toda índole en defensa y representación de su cliente, lo exija la ley o no, en los juzgados, ante la Administración, la comunidad de vecinos, la familia o ante empresas de las que sea trabajador o cliente.

Si bien puede haber diversidad de opiniones (cada uno ejerce según su criterio), lo cierto es que hablar de colaboración implica una relación de confianza mutua en la que el cliente ha de participar lo más activamente posible con el fin de evitar repetir los errores que pudiese haber cometido: Aportando información y aprendiendo.

Igual que el abogado, porque cada caso es un mundo pese a que parezcan iguales. No solo por las circunstancias que lo rodean sino también por las continuas modificaciones normativas.

Ante cualquier acto jurídico (inscripción, contratación o discusión del tipo que sea) no se quede con dudas: Consulte con su abogado.

Para eso estamos. Y recuerda… nunca estarás solo.

compartiendo recursos buscando la eficiencia

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