Ahora que hemos tocado el meridiano del 2016 podemos observar que en España, igual que en otros países de los llamados desarrollados, prácticamente la totalidad de los adultos disponemos de un terminal inteligente (smartphone). Que entre los menores cada vez usan más los terminales inteligentes para realizar cualquier acción social, tanto en local como en virtual. De echo son los jóvenes los que enseñan a sus padres a usar algunas herramientas o APP.
Si entramos en los APP Stores de las principales plataformas encontramos millones de APP (unas gratuitas y otras no) que procuran hacernos la vida más fácil, o divertida. El problema es que hay tantas que a menudo no sabemos cual es la que nos conviene para poder tener una experiencia adecuada.
Si miramos atentamente a nuestro alrededor veremos que centros de formación, ayuntamientos, comunidades autónomas, universidades y un largo etcétera hacen cursos, talleres o masters para que cualquier persona pueda crear aplicaciones para terminales móviles a su medida. El problema viene dado por que nos pensamos que por que conozcamos un par de comandos podemos hacer una APP super útil, necesaria y vendible.
Por propia experiencia, empecé con los smartphones cuando no existían ni los Iphone y solo podíamos usar nokias y si tenías poder adquisitivo backberry y ya he pasado por muchas aplicaciones que no funcionan o que simplemente no llegan a cubrir las expectativas creadas en las páginas de descarga.
Ojo que en principio no es una crítica a los programadores incipientes que se esfuerzan en masters oficiales, si no a todos aquellos listillos que piensan que con un curso de 80 horas van a hacer la mejor APP del mundo.
También quiero decir que algunas start-up han conseguido despegar gracias a la idea de un soñador, que sin conocimientos técnicos suficientes han lanzado un producto que ha acabado siendo un pelotazo de dimensiones bíblicas. Por supuesto han tenido que conseguir soporte técnico para lanzarla, pero si algo distingue a los soñadores es que saben buscar ayuda.
La diferencia es que en España en concreto y en Europa en general las personas somos individualistas, nos han inculcado el gen del jugador de fútbol superestrella, o del militar general que conquista todo un imperio. Se ha valorado sobremanera el poder del individualismo olvidando por mucho el trabajo colaborativo.
No todo el mundo tiene una buena idea, que no se le haya ocurrido a alguien ya o que por el contrario no todo el mundo puede acabar mejorando un producto existente y aportarle factores de valor diferencial para que el público usuario de la primera haga el cambio de una a la nueva.
Tenemos tanta experiencia a la hora de eliminar aplicaciones que probablemente una de las aplicaciones más populares sea aquella que optimiza el terminal y limpia los ficheros «basura» que dejan todas las instalaciones después de eliminarla.
Por otro lado las empresas que encargan aplicaciones se limitan (en muchos casos) en crear aplicaciones espejo de las web convencionales, sin aportarle los valores que necesitan los usuarios y que demandan a voz en grito. No somos capaces de hacer las cosas en comunidad y el que acaba pagando el «pato» es el usuario.
Por ejemplo ¿cuánto hace que fuiste de visita turística o vacaciones? ¿has visitado varias ciudades o puntos de interés turístico? ¿cuantas APP has usado? Eliminemos de la ecuación el google maps y las redes sociales horizontales. ¿Cuántas APP dices que has usado? y de ellas seguro que has eliminado la inmensa mayoría.
Cada barrio, área comercial, punto de interés, incluso museo o paraje tiene su propia APP, a menudo llegas a un sitio y ni siquiera sabes qué aplicación vas a necesitar y en ocasiones vas a usar tantas en un mismo espacio geográfico que probablemente permanezcas aturdido cada vez que intentes conseguir una información en concreto. Por supuesto partiendo de la premisa que las aplicaciones funcione en tu smartphone, ya que en muchos casos la potencia del software llega a superar la capacidad del hardware.
Nota mental, no te quedes obsoleto en versión del sistema operativo, o en la memoria interna (RAM) o incluso que tu tarjeta SD o memoria externa del terminal sea capaz de aguantar aplicaciones y todo lo que hagamos con el teléfono (fotos, comunicaciones en redes sociales o el uso de whatsapp, etc.)
Hay estudios que dicen que estamos «enganchados» a la tecnología móvil, pero a mi parecer es que estamos enganchados a tener cientos de aplicaciones que no sirven en realidad para nada. Por supuesto que cada uno instala en su máquina lo que le da la gana, pero luego no deberíamos quejarnos de habernos quedado sin recursos.
Entonces aparecemos las empresas de marketing, que no somos los mismos que procuramos comunicación eficiente de las marcas, y venga promocionar el uso de nuestra APP favorita, personalmente hay cosas que solo puedo hacer correctamente desde el teclado y potencia de un ordenador, pero nos empeñamos en controlarlo todo desde un móvil chulo. Nos auto convencemos de que así somos más eficientes.
¿Pero queréis que os diga un secreto? (una apreciación personal)
Con el móvil aparte de hacer escucha activa (y los servicios de ocio personal) no me permiten trabajar con la misma eficiencia, cierto que puedo «adelantar» ideas o textos, pero por el momento un APP no puede suplir la eficiencia de un ordenador al huso.
Así que antes de ponerte a hacer un curso de unas pocas horas de programación para Android busca, compara y comprueba y si realmente es lo que quieres hacer HAZLO pero con mirada amplia, viendo cómo vas a evolucionar y si lo que tienes es una buena idea (aunque sea sin conocimientos técnicos) busca quien te ayude, si puede ser que tenga un poco más de experiencia de mercado. Crea alianzas estratégicas y pelea con uñas y dientes.
Nadie te lo va a poner fácil, nadie va a trabajar gratis y en Internet en realidad.
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