Dicen que las redes sociales aburren.
Dicen que no vale la pena.
Dicen que los clientes están desencantados.
Dicen que nadie paga.
Dicen que todo el mundo pide.
Dicen que nadie paga…
¿Sabéis qué ?
Es cierto.
El mundo es injusto para los que esperan sin hacer nada.
Dejadme que os cuente una historia.
A todos nos gusta alguna cosa por encima de otras, personalmente son los flanes de huevo caseros. Aprendí a prepararlos, convertí una pasión en alguna especie de arte efímero. Batidos y mezclados de ingredientes, temperaturas de preparación y cocción , proporciones e incluso tenía trucos para hacer versiones. Tenía incluso variantes a la hora de tostar azúcar.
Era tal mi afición por este postre que siempre había en mi fresquera alguno preparado. Tal era mi obsesión por ese sabor que incluso sustituía comidas (desayunos y meriendas) por un buen flan.
Sin duda era algo «equilibrado», sabores con altas dosis de energías que procuraba siempre acompañar de alguna fruta para dar contraste…
Tanto era así (el posicionamiento en mi dieta) que el sabor delicioso de mis flanes ya no satisfacía las exigencias de mi paladar y empecé a dejar de cocinarlos. Hasta el punto que llegué a aburrirlos.
Con el marketing pasa lo mismo, algún creativo saca un estilo o idea rompedora y tras las primeras críticas todos pasamos a hacer variantes de la misma idea.
Cuando mi familia me pregunta como se llama lo que hago simplemente no se que contestar para evitar que tuerzan el hocico con cara de asco…
A menudo se tilda a los diseñadores gráficos o ilustradores como soñadores de lo imposible y lo crean con sus manos. Y si bien eso es cierto; existimos otros que soñamos las acciones y aunque no seamos capaces de crear un grafismo o componer una música, si somos capaces de crear acciones globales que sorprendan al cliente objetivo y presten atención a lo que estamos a punto de decir.
Nos empeñamos en explicar a nuestros clientes que necesitan un community mánager, que tengan web molonas y que tengan diseñadores que les preparen imágenes impactantes, y eso a nivel táctico mola mucho… Solo que a nadie se le ocurre tener una estrategia a medio y largo plazo en la que enmarcar todas esas acciones individuales y ofrecer continuidad en comunicación.
Claro que una imagen o cancioncita molona atrae al cliente, pero si cada día les sirves la misma imagen con el mismo mensaje el cliente objetivo acaba empapuzado del mismo flan.
Es cierto que redes sociales como facebook han recortado el alcance orgánico, pero también es cierto que el target está empachado de la misma cosa.
Y como siempre es la misma cosa nuestros clientes directos piensan que con word y un poco de habilidad tienen lo que necesitan y no se molestan en indagar lo que realmente necesita su mercado.
Hubo un tiempo en el que los flashmob eran resultones y hasta las fuerzas políticas y los colegios las usaban para anunciar alguna cosa. Luego empezó a despuntar la información veraz y legal, y todas las empresas contrataron a periodistas para que ofrecieran un trabajo aséptico y con apariencia de correcto. En la actualidad Instagram nos obliga a usar imágenes bonitas poniéndole un mensaje que se aleje de las filosofías que no ha escrito ningún filósofo incluso pensando que somos originales y ni siquiera comprobamos si las fotos que usamos son de libre uso.
Por supuesto todo es bueno si los KPI están bien definidos y las acciones los cubren, el problema llega cuando no tenemos claro a dónde queremos llegar y cuando debemos hacerlo.
Muchas veces la solución se encuentra en el mismo sitio que nuestro target, en la calle y el mercado. Claro que para eso hay saber salir y saber observar. No es sencillo interpretar las bolsas de big data, pero tampoco lo es saber leer el rostro de los que contemplan nuestra acción.
¿Os habéis parado a observar y anotar lo que hace la gente cuando no sabe que es observada y pretende estar relajada?.
Hoy he estado horas en la sala de espera de un hospital, no esperaba para mi, y he dedicado esas horas muertas en observar y anotar… Cierto que tras tres horas he empezado este post, pero al principio han sido anotaciones de manera convulsiva.
Los pacientes normalmente, a parte de contestar algún whatsapp o mensaje del messenger de Facebook no están por historias y se limitan a observar cartelería o ver las imágenes mudas de un televisor con programación absurda. (Por supuesto, el sonido del televisor apagado).
Los acompañantes es otro cantar, pasando novedades o recibiendo consultas por chats en grupo, los compañeros de un «casteller» accidentado viendo lo que se están perdiendo de la competición que han abandonado. La madre de niños controlando a base de gruñidos sordos las acciones del crío que no se puede estar quieto. El acompañante forzoso de su esposa que se ha quemado y que se está perdiendo el partido en el bar..,
Todos con el teléfono en la mano, permitiendo que el tiempo se escurra entre los tecleos y los desplazamientos del candy crush. Viendo series en Netflix o mandando y recibiendo memes en esos grupos de colegas.
Claro, si cogemos esta información. ¿A qué conclusión llegamos?.
Simplemente si solo usamos las redes sociales para comunicarnos no llegaremos a asumir ningún objetivo por muy realista que sea.
Tiene más probabilidades de éxito una empresa que tenga buenas acciones en blog (SEO) y que Google le posicione, que por muchas y buenas que sean sus informaciones en redes sociales a menos que construya una comunidad fidelizada y eso señores y señoras es extremadamente complicado.
Tenemos que reaprender el estilo de venta a puerta fría, y eso requiere capacidad de hacerlo. Si esperamos que alguien se fije en nuestro escaparate debemos saber enganchar al viandante. Y eso tampoco es sencillo, ya que somos muchos y muy preparados. Mirad aquellas fotos de calles en Japón o Las Vegas donde todo lo que se ven son anuncios y al final no te fijas en nada.
Recuerdo alguna escena en Blade Runner donde la ofuscación es tal que no se llega a ver más que grandes composiciones lumínicas apabullando al observador.
Si no me ven a mi que no puedan ver a mi competencia.
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