Hoy quiero hablar de las sensaciones que tengo cuando voy a comprar o simplemente a inspirarme.
Si empezamos por la identificación de las musas, puedo decir que mi lugar de escapada cuando me quedo sin ideas es ir justamente al centro de esas ideas.
¿Qué establecimientos tienen la capacidad de aplicar al 100% las estrategias y tácticas de marketing? sin duda son…
LOS CENTROS COMERCIALES
Estos centros de compras y ocio son el territorio de explotación de cualquier técnica de marketing actual o anticuada. Sonidos que nos conducen a un estado de stress post-traumático en el que nuestro cerebro solo quiere huir o simplemente acurrucarse en posición fetal a esperar el Apocalipsis.
Perfumes que nos incitan al consumo de comida rápida, extremadamente especiada y/o dulce, que sacie nuestra gula.
Luces tintineantes que nos hipnotizan y que hacen que nuestras piernas tengan voluntad propia y nos hagan deslizarnos por pasillos preestablecidos. Texturas que nos arrancan las sensaciones más ocultas y que conseguimos que babeemos ante un escaparate, que por cierto, exhibe productos que no necesitamos.
Principalmente así me siento cuando entro en uno de estos espacios de lujuria y perdición. Cierto que procuro no ir demasiadas veces, pero viviendo en una familia en la que algún miembro es adolescente lo fácil sería que alquiláramos uno de los locales para poder acampar y no perder tiempo desplazándonos para ir a casa.
Si una cosa tienen estos centros comerciales es que saben gestionar las necesidades de los que mandan en casa. Hablo que aquellos ciudadanos que acaban haciendo lo que les da la gana, y lo que es mejor nunca sabes como impedirlo.
Construyen salas de cine con suficiente espacio como para poder ver la película que te guste, incluso que cada miembro de la familia pueda ver la que le apetezca y todos a la vez, así se impide que la gente se marche.
Se montan espectáculos de toda índole, en los que la juventud y el desparpajo sea el protagonista y que cuando estás viéndolo te sientes transportado a una era anterior, donde todo te daba igual, donde el colesterol te importaba lo mismo que los granos de arena de una playa, donde tu cintura no necesitaba ser escondida por prendas anchas y donde el estar el día corriendo de arriba a abajo era el medio de transporte habitual.
Te vuelves loco, te entran las ganas de correr, de seguir soñando, de tirarle unos piropos a esa chica de ayer que ahora es tu mujer y entre risas reventar la «visa» para que te proporcione todo lo que deseas.
Y para postre un pensamiento:
Desde el punto de vista artístico la moda es una
forma de fealdad tan intolerable que nos vemos
obligados a cambiarla cada seis meses.
Oscar Wilde
La moda nos gestiona las necesidades, la obsolescencia programada de los productos nos obliga a cambiar nuestras cosas muy a menudo.
SI SUEÑAS HAZLO A LO GRANDE, SIEMPRE TENDRÁS TIEMPO DE AJUSTAR EL TAMAÑO.
Es por esto que voy a estos centros comerciales, si te pones la coraza de analista y te sientas en un rincón puedes observar el vaivén de las personas, de los trabajadores, de los encargados persiguiendo trabajadores, de los directivos que se escapan de tareas tediosas y se confunden con la gente.
En realidad es un buen sitio para escaparse, probablemente por el volumen de transeúntes y lo perplejos que estarán los que te busquen, puedes ser invisible… aunque te disfraces de Elvis con lucecitas en el traje.
Hace unos días nuestro compañero Jorge nos hablaba en otra entrada de las «empresas y o marcas buenas«, de aquellas que son «responsables» con el trato a las personas, con el impacto que tienen en el territorio y con la ciudad donde se ubica. Los centros comerciales también son marcas.
Personalmente creo que es una asignatura pendiente que tienen las grandes superficies. Sueldos bajos, para personas de baja cualificación y que se les exige por encima de sus competencias, tanto las reales como las «pagadas».
Estos centros comerciales tienen un consumo energético tan alto que algunos centros podrían abastecer de electricidad a ciudades pequeñas.
Y la gestión de residuos que contratan a empresas que subcontratan a sub-sub contratadoras para que gestionen el residuo y que en ocasiones acaba en una incineradora sin terminar bien la faena.
Pero claro, ellos lo que hacen es que nos olvidemos del tener que ir de un lado a otro para adquirir los productos que necesitamos, de un paso pasas de comestibles a moda, a tecnología y a ocio. ¿qué más puede querer un consumidor?
Pues a mi entender lo que necesita el consumidor es que se le trate con respeto, que se respondan a sus consultas, que se le proporcionen todos los servicios posibles y sobre todo que la atención al cliente lo haga una persona preparada y con recursos para resolver y conciliar.
Por supuesto si siguiera diría las razones por las que esta economía de consumo vertiginoso nos impide comprar y ser atendidos en comercios convencionales… y probablemente esto dé para otra entrada.
¿Puede el comercio pequeño aprender de las acciones de las grandes superficies y centros comerciales?
¿Y tú que piensas de los centros comerciales? Me gustaría saber cual es tu opinión sobre este tema y espero tu comentario.
Gracias por leernos.
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